(5) LOREY, Isabell. Estado de inseguridad. Gobernar la precariedad. 1a ed. Madrid : Traficantes de Sueños, 2016, p. 32.
(6) No estamos hablando que una persona tenga un "carácter frágil", como una característica psicológica, tampoco estamos haciendo referencia a la fragilidad como un factor de riesgo en términos de salud, como por ejemplo en casos de geriatría (parte de la medicina que estudia, previene y diagnostica las enfermedades de las personas mayores).
(7) HERNANDO, Almudena. La fantasía de la individualidad. Sobre la construcción sociohistórica del sujeto moderno. 1a ed. Madrid : Traficantes de Sueños, 2018, p. 15.
(8) Advertimos en este punto que el trabajo no explora en sí el trabajo de los cuidados y la reproducción desde una óptica historicista, sin embargo, nos parece importante destacar este aspecto siendo uno muy discutido entre los estudios de género. Véase la obra de Hernando si se quiere profundizar en este aspecto.
(9) Ibíd. p. 16.
(10) Ibíd.
(13) Esta expresión la tomamos como referencia de la antropología filosófica. Desde este campo se indaga sobre la razón del ser del humano, es decir, se encarga de la pregunta sobre qué es lo que nos sitúa y nos pone en situación con el entorno (la tierra, el mundo) y con el contexto (animales, plantas, otros seres). Desde nuestra perspectiva nos interesa indagar sobre cuales son los dispositivos que pueden validar o no nuestro ingreso total al mundo.

(14) BUTLER, Judith. Introducción. p. 11.
En: Los sentidos del sujeto. 1a ed. Barcelona : Herder, 2016.
(12) Ibíd. p. 33.
(11) Ibíd. p. 27.
(15) LOREY, Isabell. op, cit. p. 32.
(16) ANDERS, Günther. Una interpretación del A posteriori. p. 39.
En: Acerca de la libertad. 1a ed. Valencia : Pre-Textos, 2014. Como ya se ha ido notando a lo largo del texto utilizamos vocabulario o lenguaje inclusivo que se intercala con "mi" voz (cuando se habla desde una posición personal) Evidentemente nuestro lenguaje se comparte con los de cada autorx, aquí Anders utiliza el hombre como un concepto ontológico genérico.

(17) Ibíd.
(18) BUTLER, Judith. (LS) p. 15.
(19) Ibíd. p. 16.
(20) Ibíd. p. 17.
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Para poder empezar debemos tomar como punto inicial la vida, pero pensándola desde un planteamiento corporal. Pensaremos al cuerpo no desde un plano individual sino como un cuerpo de relaciones que existen a su alrededor y que le permiten su subsistencia. Así, podemos pensar desde las relaciones que componen los cuerpos y que procuran que las vidas puedan realizarse en vez de plantear el análisis desde un punto de vista singular: aquella que prioriza al "uno" como esencia donde su vida se realiza desde su hermetismo singular. Si pensamos desde este anclaje podremos ver que la relacionalidad es algo sumamente constituyente de los cuerpos ya que los hace enteramente dependientes, es decir, desde la relación podemos notar que los cuerpos se comparten entre sí porque son naturalmente vulnerables y es esta vulnerabilidad corpórea lo que "constituye la vida en general." (5) Por esto podemos decir que todas las vidas tienen una condición precaria, porque desde que nacemos iniciamos vulnerables y a lo largo de nuestra vida, nos acompaña.
Por lo tanto la vulnerabilidad también hace referencia a una fragilidad, (6) entendida desde esta óptica como el entorno social que surge a raíz del sostén de la vida misma. Entonces ni somos independientes ni lo estamos del entorno en el que nos encontramos, este nos condiciona y nosotrxs lo condicionamos: con esto queremos decir que ocupamos un nexo de unión con nuestro entorno por tener una relación que se comparte por la fragilidad.
Podemos desarrollar el análisis teniendo en cuenta dos nociones, por un lado, la vida es una subsistencia relacional y por el otro, esta relación se comparte por la vulnerabilidad y fragilidad intrínseca de los cuerpos. Es en esta simultaneidad en donde acontece la condición precaria. Sin embargo, en ocasiones podemos sentir la fragilidad de la vida como algo que "sólo me atañe a mi" y que, por ende, me corresponde "arreglar", pero aunque se sienta como un factor que surge en solitario nos hace percibir que no podemos enteramente respondernos por nosotrxs mismxs. Sentir la angustia de ser frágiles no hace más que explicitar la vulnerabilidad de una vida y su imposibilidad de ser vivida con completa autonomía y por ende, con ello se explicita la enorme necesidad de las redes de cuidados y reproducción.
En este punto se nos podría argumentar en contra siguiendo el discurso Ilustrado en donde se gestó la idea de que la máxima del hombre era la de adquirir una individualidad, dejando así preescrito que era más necesaria la razón que el cuerpo, (7) en otras palabras, que alcanzar su mayoría de edad era El Objetivo a conseguir y que se debían dar por supuestas todas las redes y vínculos sociales para que el hombre pudiera mantener una relativa seguridad cuando dejaba el mundo de las ideas para regresar al sensible. En últimas, se nos podría decir que los trabajos de cuidados y reproducción ya se dan por supuesto porque son la base de toda emancipación, pero he aquí un problema fundamental, si se piensan los cuidados como mera "cosa que ha existido siempre" se bloquea en su historicismo su existencia, como si se pudiera explicar y sustentar por sí mismo, en vez de preguntarnos por todas las condiciones que hacen falta para que se puedan realizar. (8)
En definitiva, siguiendo a Hernando podemos decir que la Ilustración marca un punto de inflexión en la manera de sentir la emancipación personal. Para ella la individualidad nos hace ser conscientes de nosotrxs mismxs, "de nuestros pensamientos y proyectos vitales" y que se caracteriza "por la reflexividad, […] organizada a través de la sucesión de cambios que cada persona ha ido experimentando a través del tiempo."(9) Aquí se deriva una noción muy interesante y compleja porque podemos entender desde este marco cognitivo al yo como un ente teleológico profundamente impulsado por alcanzar su singularidad, alguien que construye sus grados de individualidad a través de "1) la idea del «yo», 2) la mente y la reflexividad, 3) la conciencia de los pensamientos y de las emociones íntimas, y 4) el tiempo y los cambios." (10) Lo fundamental de todo este proyecto es lograr la "emancipación del yo" desde su yo, pero esto es sólo posible si se piensa al sujeto como un «yo» a-histórico, a-contextual; por lo tanto esta concepción sólo se sostiene en el plano de complejas abstracciones racionales. Lo racional olvida lo profundamente relacional que somos y consolida la fantasía de la individualidad en un yo autosostenido.
Así que podemos ir entreviendo los puntos importantes que se dejan fuera cuando se trata al «yo» como un ser idealizado. Junto con Hernando defendemos que la vida no es un "proyecto" que se alcance en solitario porque al negar las vinculaciones por las que la vida se genera no se hace más que seguir capacitando la vida como mente y no como cuerpo diluyendo y dando por supuestas las características, vínculos, emociones que hacen que la vida se pueda sostener.

Queremos defender que si pensamos a los cuerpos desde su condición precaria podemos interrogarnos sobre el carácter funcional que tiene la individualidad como mecanismo de direccionabilidad del sujeto. Pero mucho más importante, queremos hacer notar que si pensamos desde los tropezones, las fallas, los baches que son inherentes a la vida, que hacen vida y que siguen estando en su trascurso podemos entender cómo estamos condicionados como entes-sociales y seres profundamente relacionales.
Con lo que hemos visto podemos ir acotando para poder decir lo significa tener una condición precaria. Podemos decir que ella nos hace ver que tanto la fragilidad y vulnerabilidad son factores que nos unen existencialmente, (11) que la vida se sostiene a precondición de sus relaciones. Desde nuestra defensa la vida es un evento en un continuo devenir que nos hace ver que la pulsión de vida o su condición existencial aparece cuando nos junta la vulnerabilidad, dependencia y fragilidad y nos invitan a establecer redes de cuidados para poder sostener la vida. Asimismo, tener una condición precaria es de hecho ser conscientes que la existencia se construye y se sostiene gracias a los cuidados y los trabajos de reproducción. (12) Aquí nos situamos justo en medio de las condiciones vitales, justo donde la vulnerabilidad se anexa a la fragilidad y dependencia. En esta triada vemos la vida como un evento en continuo devenir.
En este punto nos surge la pregunta sobre cómo se puede habilitar la vida, es decir, qué es eso que activa nuestra ontología. Podríamos pensarlo desde el espacio que ocupamos. ¿Nos afirmamos en el espacio social? o ¿Es este que nos conforma? Desde el análisis que proponemos empezamos a notar que por el hecho de ocupar la tierra (13) no se nos habilita como válidos o correctos, sino que pasa un poco al revés: estamos afectadxs por algo exterior a nosotrxs y que se activa a priori dándonos las condiciones específicas del "sujeto que soy." (14) Esto quiere decir que la vida no está ya de por sí predispuesta a ser vivida, sino que antes de que pueda llegar a ser debe pasar por diversas aprehensiones y reconocimientos que la puedan validar.
Nos estamos situando en un doble surco, por un lado, vemos que las relaciones son necesarias para afrontar la vida, pero en el otro vemos que la vida, como condición, se ha dado "antes de nosotrxs," por lo que podemos decir que ya estaba mucho antes de que pudiéramos habitarla. Desde nuestro enfoque no es tan descabellado decir que en vez de vivir la vida lo que pasa es que ingresamos a ella y es que son las circunstancias sociales, políticas y económicas (15) a lo que mi vida se integra y con suerte entra en sincronía, es decir, que solo es tras pasar por estas múltiples validaciones donde la vida empieza a emanciparse. No sólo "el hombre está instalado en el mundo de tal manera que sólo puede alcanzarlo posteriormente," (16) sino que además el mundo, [la vida] al que se va a incrustar, no está en sincronía a él, no está disponible si no a raíz de estar en desequilibrio.(17) En este sentido podemos decir que deben haber varias situaciones y circunstancias alrededor del sujeto para que pueda ser colocado en desequilibrio, mas adelante veremos que son precisamente las reglas y normativas gubernamentales en su extenso "eso" que nos valida y regulariza en determinadas maneras para poder incrustarnos en un devenir vida también desequilibrada.
En última instancia el mundo que circundamos está previamente afectado por la circulación de normas, y, cuando hacen contacto con nuestros cuerpos "dejan una marca sobre nosotros, y esa marca deja un registro afectivo." (18) Entonces el desequilibrio en el que nos situamos y habitamos no es nada más que la personificación de las normas que actúan sobre nosotros en toda dirección y terminan por direccionar nuestra conformación sensible. (19)
Aquí aparece un aspecto crucial que nos hará entender mejor a lo que nos intentamos referir con la condición precaria; las regulaciones del gobierno se instauran siempre en medio de las regulaciones de la vida y al estar en continua muda, se funden por la ambivalencia. Esta es la que puede sujetar la condición precaria a unos marcos de reconocimiento que la concretizan (haciéndola visible y digna) o que la diluyen (ubicándola en un plano de irreconociblidad.)
Al final la vulnerabilidad de la vida se funde con la ambivalencia del gobierno que la hace sostenible o la dificulta dependiendo si es concretizada o diluida; por lo tanto, si pensamos desde la condición precaria, podemos decir que la unión es pre-constituyente y pre-ontológica. Ambas no dejan de rozar la propia construcción y formación de nuestra vida. En esta tesitura se nos coloca en medio de una formación indeterminada; en palabras de Butler "[e]stoy siendo formada aún mientras me formo aquí y ahora" y por lo tanto "nunca acabo de ser formadora de mí yo." (20) Con esta afirmación y con la lectura de la condición precaria podemos percibir a la vida como una cosa que no se integra totalmente con el sujeto, esto quiere decir que, a condición de ser tratadxs con ambivalencia y vulnerabilidad, podemos estar naturalmente sujetadxs como seres ambivalentes para finalmente recibir gobiernos emplean esta condición ontológica para modular y modelar las vidas.
Sin embargo, aunque todas las vidas compartan su condición precaria, esta no es coextensiva a toda vida ya que no todas tienen una aprehensión igual en términos de vulnerabilidad, fragilidad y ambivalencia. Esto se traduce en que no todas son reconocidas plenamente y por ello se les infieren una menor validez en términos de seguridad. Si no son tratadas con plenitud quiere decir que la emancipación y el devenir de sus vidas será menor, por lo que en última instancia sus vidas serán precisamente aprehendidas como vidas menores, como si tuviesen menor importancia al ni siquiera poder ser reconocidas plenamente como vidas.
Podríamos decir que la condición precaria traza unas raíces que sustentan una estructura de vida, hace ver, se deja ver, produce y se reproduce en nuestra continua condición relacional: nos hace ver que la vida se entiende como un surgir de vidas y no como una cosa con total independencia singular. Nos permite entender que nos compartimos siendo vulnerables y a su vez nos hace entrever que hay vidas que están sujetas a unas condiciones de más desigualdad, por ende, a un estado normativo de inseguridad y fragilidad por los que finalmente son percibidas condicionalmente con una mayor vulnerabilidad y dependencia.

Es por este motivo por el cual se nos hace difícil de hablar de La Vida o Una Vida y que también tengamos problemas en pensar "en tener una vida plena" como último objetivo, o como latemotiv de todas las vidas. Es en razón de ser condicionadxs continuamente por criterios de desigualdad, podemos aprender que no hay una cosa como La Vida, sino vidas completamente plurales y dependientes. Si, vivimos una vida que al final podemos hablar como la mía, pero (desde el punto de vista que defendemos) mi vida no puede llegar a ser, no puede llegar a darse, no puede ser capaz de subsistir ajena de la dependencia e interdependencia hacia otros cuerpos. En definitiva por ser condicionados por la condición precaria podemos sentir que la vida inhala y exhala por la interacción con las otras, podemos entender que ella es siempre en un plural, singularizarla nos trae el peligro de obviar algunas de las relaciones inherentemente necesarias para poder vivir.
CONDICIÓN PRECARIA