GOBIERNO MEDIANTE LA 
PRECARIEDAD
Ya estamos complejizando el problema viendo algunos aspectos esenciales del gobierno de los sujetos mediante la precariedad, sin embargo, seguiremos indagando en este aspecto tomando como pivote algunos factores que afectan al individuo en su constitución y construcción; incidiremos en este punto porque es muy significativo para terminar de entender a la precariedad como un elemento integrante del Estado y sus políticas de control. Para ello recordemos el término de gubernamentalidad al que Michel Foucault se refiere cuando menciona a las relaciones que el Estado perpetúa en torno de los controles del gobierno del sujeto, en concreto la biopolítica: término que hace referencia al descubrimiento de que con los medios y dispositivos del gobierno y control del sí se pueden vehicular el estatuto biológico del cuerpo para ser tratado como un elemento de producción. Se puede rastrear históricamente en el transcurso del siglo XVIII donde aparece a necesidad de "regular todo un conjunto de procesos biológicos desde la perspectiva de la población como totalidad." Desde este periodo para adelante se empieza a tratar el cuerpo ya no como una prótesis que se anexa al trabajo por medio de los actos y el esfuerzo sino que es el mismo cuerpo biológico como totalidad una figuración análoga al trabajo, es decir, el cuerpo empieza a devenir la corporización del trabajo. La biopolítica se conjuga con el biocontrol haciendo del cuerpo un elemento productivo y gobernado a través de esta perspectiva a favor de la generación de beneficios.
Para hacerlo efectivo se establecen unos cuadros normativos donde el sujeto aparece como resultado del poder. Para ello debemos sentir el cuerpo como propio, es decir, nuestra individualidad debe ser raptada como la precondición de las relaciones normativas para poder ser intervenida desde el gobierno. Nos sabemos gobernadxs cuando percibimos mi cuerpo como mío. Podemos ver hacia dónde se vehicula este trato si nos preguntamos dónde o de qué maneras estamos sujetadxs y qué es aquello que lo hace posible. Podemos responder si pensamos desde nuestro paradigma actual. Estamos situadoxs en uno donde nuestro gobierno se ve condicionado bajo tres factores de control: el sujeto direccionado por un intempestivo neoliberalismo, regulado por el Estado de Bienestar y mercantilizado por una lógica capitalista. Lo que los hace funcionar es que han sabido captar como método de gobierno la vehiculación del sujeto como valor de uso. revisarr estos últimos tres párrafos!!!

Amaia Pérez Orozco ha identificado a esta condición de gobierno como una tensión capital-vida, argumentando que el Estado de Bienestar es el intento expreso por acallar la vida, es decir, encapsular lo que entendemos de tratándola como un proceso mercantil. El Estado de Bienestar “(…) trata de garantizar ciertos niveles de bienestar social a toda la población en una economía de mercado capitalista, es decir, respetando el proceso de acumulación.” Pues esta afirmación nos sitúa en una conclusión compleja. De aquí leemos que las maneras por las cuales el sujeto puede tener cabida en el Estado son por medio de una relación directa con el mercado. ¿Esto quiere decir que nuestras vidas se mercantilizan en procesos de intercambio? y que ¿nuestra vida no pueda ser reconocida si no es ocupando la esfera mercantil?

El Estado de Bienestar se sostiene bajo tres pilares: “a través del sistema de pensiones (contributivas y no contributivas) [donde] se convierte en responsabilidad colectiva la protección [a otros miembros de la sociedad en] riesgo de no poder insertarse en el mercado laboral por una serie de motivos determinados. A través del sistema sanitario colectiviza ciertas facetas del cuidado de la salud y, sobre todo, de la atención a la enfermedad. Y a través del educativo, el Estado se responsabiliza de unas necesidades educativas definidas.” De aquí concluimos en una primera vista que el Estado asegura que ciertos derechos se cumplan, pero en gran medida a través de una colectivización y una responsabilidad de parte de todos quienes hacen parte de este; los derechos se colectivizan y reparten, y en ambos está el quid. ¿Cómo puedo ingresar en estos derechos si no es aportando? y ¿cómo aporto aquí si no es más que por mi fuerza de trabajo?
Ya hemos visto que nuestro deber como sujetos el estar dentro de la esfera de lo social y desde aquí es donde debemos actuar. Sin embargo con lo que hemos seguido viendo podemos ir afinando y decir que nuestro derecho social se efectúa al estar corporizados en un control de producción que se realiza por procesos de mercantilización. Al entrar en estos flujos somos sometidos a sus modos pero también a sus diferentes modulaciones; aquí nos acercamos a un punto clave: para poder ser beneficiarios de los "bienes estares" que el Estado del Bienestar ofrece es a partir de la participación, es decir, que un sujeto no puede tener seguridades si no está previamente normalizado como un ente productivo. Pero esta producción de seres no es homogenizadora, o si lo es sólo es a nivel jurídico y de derecho más no a un nivel compartido a todo miembro social. En otras palabras, en el Estado del Bienestar el sujeto se hace bajo la articulación doble de los dispositivos gubernamentales para regular a la población y los métodos jurídicos que habilitan a los sujetos a funcionar bajo las normas del derecho natural.
Y paralelamente al Estado del Bienestar actúan los dispositivos neoliberales y capitalista que rigen los cuerpos (en particular) al ingreso del cuerpo social (en general) tras crear una subjetividad como una estrategia de individuación, es decir, que nuestras vidas a ojos del capitalismo termina siendo tratada como una identidad vehiculada como un mecanismo de producción cambiante y por lo tanto una vida empleable siempre en constantes cambios. Desde el marco del capitalismo se nos gestiona la vida para poder vivirla y es que estamos dentro de un escenario que configurado por el capital y configurado para las demandas del capital como La realidad: presentándola "como si fuese obvia, natural, ahistórica y eterna." Es una realidad, tomada como una necesidad, que necesita de la multiplicación y la fragmentación del sujeto como ente "subjetivo" y al mismo tiempo nivelándolo bajo la misma lógica de valor productivo.

Bajo esta doble mediación leemos que el sujeto no solo debe producir con sus cuerpos sino ante todo el deber por reproducirlo tras repeticiones, obligaciones. Por performar nuestra productividad estamos participando en nuestro amasamiento de nuestro cuerpo donde nuestros los valores, los sentidos, las expresiones… que salen de ellos puedan ser captados como producto al estar enmarcados en la realidad del capital y es a ojos del mismo donde efectivamente somos como sujetos. Veámoslo a modo inverso: nuestros cuerpos jamás serán sujetos si no se comprometen a adentrar a la precariedad constituyente, porque si no la habitan ni encarnan sólo serán aprehendidos. Pero lo sumamente problemático es que de hecho y por leyes somos gobernados por una precariedad que es en sí un mecanismo que sitúa y marginaliza a las personas es un sistema que perpetúa la precariedad. Mientras que el neoliberalismo fomenta la ilusión de la individualidad estamos atrapadxs en un esquema económico y de gobierno donde sólo podemos permanecer y beneficiar si aportamos con nuestro valor productivo. Y es que “[e]l modo de gobernar neoliberal produce precariedad a través de relaciones económicas, sociales y jurídicas de desigualdad, mediante categorizaciones y jerarquizaciones sistemáticas" y así la precariedad termina siendo nada mas y nada menos que "una categoría estructural de ordenación de relaciones segmentadas de violencia y desigualdad.” Nuestra precariedad es plenamente justificada cuando constantemente se nos pauta como sujetos en constante iteración entre aprehensión y reconocimiento como mecanismos de incentivo: somos gobernados a través de los mínimos que no nos permiten salir del cuadrilátero al que somos proyectados.